La intención era encarar esto como la crónica de rigor sobre el
Ficomic de este año celebrado entre los pasados días 5 y 8 de mayo en
Barcelona, pero al no estar acreditados no pudimos estar tanto tiempo como hubiésemos querido (y necesitado) para cubrir el evento en condiciones, por lo que para hacer algo a medias mejor no hacerlo.
Y además, siendo sinceros, este año se iba al
Saló a lo que se iba: a ver a
Elvis.
Perdón, a
Frank Miller.
Los amantes del rock entenderán la analogía.
A estas alturas no sé si quedará alguien que no se haya enterado de los pormenores de la visita a nuestro país del que personalmente considero el más grande autor de cómics de todos los tiempos (
apreciación personal, insisto, para los más picajosos), pero por si acaso ahí va un breve resumen.
En febrero
ECC Ediciones anunció por sorpresa la visita de
Miller a
Barcelona, bajo su auspicio, cuenta y riesgo.
Semejante bombazo no tardó en tener consecuencias. Los
fans enloquecimos y alguna editorial aprovechó para cambiar todos sus planes y llenar el mercado de material creado por
Miller cuyos derechos no están en manos de
ECC, aprovechando que el
Pisuerga pasa por
Valladolid.
Bonita jugada que habla bien a las claras de cómo está el panorama no sólo editorial, sino social en
España.
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Preparando el rodaje del remake de "Dos tontos muy tontos" con el maestro al fondo. |
En lugar de tratar de llegar a un acuerdo (pongo por caso y que a lo mejor se intentó, vaya usted a saber) y compartir los gastos que acarrea tener a semejante personaje en nuestro país, cojo y saturo un poco el mercado con obras suyas, que con el
hype los
fans me las quitarán de las manos y de paso no arriesgo un céntimo.
España, siempre a la vanguardia de copiar lo peor de otros países, en este caso fomentar la rivalidad entre
Marvel y
DC, y de intentar rascar lo que pueda del vecino de al lado.
Así pues (y quiero dejar claro que esto son elucubraciones fundamentadas por la más aplastante lógica,
no es nada oficial) desde
ECC tuvieron que defenderse como mejor supieron y decidieron que el autor sólo firmaría ejemplares publicados por ellos.
Lo cual es, insisto, aplastantemente lógico.
Aquí empieza el escozor. Los
fans de las obras
Millerianas de
Marvel (yo mismo, sin ir más lejos) o de las independientes veían como su sueño de tener el
Born Again o el
300 firmado por su autor se evaporaba de un plumazo.
Aquí comenzaban a hervir las redes sociales (en serio. Se va imponiendo el carné de
Facebook y
Twitter lo mismo que existe el carné de conducir y que debería de imponerse el de
padres).
Desde las teorías más peregrinas al respecto de esta decisión (cuando es de lógica básica) hasta el insulto gratuíto y la faltada vil, que total, esto es jauja y aquí hay libertad de expresión y todo eso.
Así que por si esto no fuese suficiente, otra decisión de
la editorial que sufraga la visita del autor acaba de colmar el vaso de los más rabiosos:
Miller sólo firmará a un determinado número de personas que hayan sido agraciadas en un sorteo y que además deberán acreditar hacer un gasto mínimo de 10€ en el
stand de la editorial.
Comienza el
acabose.
Desde estados de
Facebook "
graciosos" que alteran con ironía las condiciones para obtener la firma, hasta quien se piensa que el autor es suyo de toda la vida y que esto tendría que acabar en el tribunal de
La Haya. Y por supuesto, el que insulta sin más, ese que no falte nunca.
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Miller firmando nuestros ejemplares. |
Parémonos a pensar aquí en esas
"leoninas" condiciones:
1-La firma será por sorteo.
¿En serio a alguien le ha extrañado? ¿Alguien pensaba que un autor como
Frank Miller estaría a disposición de todo el mundo o del que llegase antes a recoger el tradicional
ticket de firmas, con la que se podría haber liado si se hubiera hecho así? Señor@s, semejante acontecimiento hay que organizarlo, y un sorteo es la forma más justa de hacerlo.
Tú, el que estás leyendo esto y estás pensando
"claro, como a ti te ha tocado...", que sepas que no es así.
Cierto que finalmente fui elegido por uno de los agraciados para compartir firma (eran dos por persona) y que dos enormes amigos decidieron quitarse de la
competición por ser "
firmado consorte" sabedores de mi devoción por
Miller (mil públicas gracias desde aquí) pero de primeras se me comunicó que no había conseguido el
ticket y el palmo de narices no me lo quitó nadie, desde luego, pero la ilusión de poder estar cerca de uno de mis referentes vitales tampoco.
Así que lo que hice fue alegrarme por el agraciado y a otra cosa mariposa (entre ellas, por supuesto, urdir un plan para conseguir acercarme como fuese al autor, no nos vamos a engañar).
Será la edad que te enseña que odiar y cosas así es una pérdida de tiempo y que se sacan mejores resultados de alegrarse de la fortuna ajena. Yo que sé.
2-Habría que hacer una compra mínima en el stand de ECC.
Claro. Es para indignarse. Todo el mundo sabe que una editorial es una
ONG con fondos ilimitados y que esta condición era una
"sucia estrategia" para sacar beneficio de la visita de
Miller.
Sin más comentarios...
Salvo que cuando la editorial
decidió regalar un ejemplar de la edición 30 Aniversario de El Caballero Oscuro a cada uno de los agraciados la noticia no corrió tan rápido por las redes.
Ya se sabe que el que se cabrea ladra más alto y más tiempo que los sesenta que no lo están.
En resumen: una empresa privada decide traer a un autor costeando su visita y bajo sus condiciones e internet arde porque la gente cree que el autor es patrimonio de la humanidad o algo así.
Como ya he dicho en el
podcast de esta santa página, estemos o no a favor de ello (que para eso hay foros de política por la web a patadas, así que esto no va de eso)
el que paga manda, y esto es así aquí y en
Pernambuco (a lo mejor en
Corea del Norte no, no lo tengo muy claro) y si la gente de
ECC hubiese decidido traerse a
Miller para invitarle a cenar en un búnker a prueba de apocalipsis zombi hubiera sido tan legítimo como cualquier otra decisión.
Si yo me alquilo un
Ferrari para este fin de semana, puedo hacer con él lo que me venga en gana (siempre que ambas partes consientan) durante ese período de tiempo. El que usted sea el mayor coleccionista de
Cavallinos Rampantes de su bloque de viviendas no le da a usted derecho absolutamente a nada en este caso. ¿En serio es taaaaaan difícil de entender?
No lo se.
El caso es que por
Twitter se empieza a extender el
hashtag #FrankMillerazo y ahí es cuando decido pasar de todo y no leer nada más al respecto.
Ni yo soy particularmente inteligente ni el resto del mundo es particularmente imbécil, así que no pillo por qué la gente no entiende lo que acabo de explicar más arriba, y me limito a cargar con el asombro.
No obstante, como uno no vive en el búnker de antes, algo le llega y es entonces cuando descubre
la parte más asquerosamente repugnante de todo este asunto, que no es ni más ni menos que la gente que, llevando la estulticia a cotas difícilmente imaginables, decide hacer cábalas y hasta ¡chistes! sobre el estado de salud de
Frank Miller.
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Detalle de la dedicatoria (que ya está enmarcada, desde luego). |
Lo peor es que estoy seguro de que esos mismos son los que luego en la barra del bar critican al de al lado porque ve
"Sálvame" mientras sacan el diploma de
Superioridad Moral obtenido en la
Universidad de La Vida.
Estulticia que ha llegado a encabezar algunos artículos de algunos medios de comunicación de enorme tirada, por cierto.
En fin. Portazo al asunto que me caliento.
El caso es que
Miller llegó, vio y venció, como aquel romano con afán de conquista.
Se paseó por las instalaciones del
Saló haciéndose fotos por propia voluntad con muchos de los
fans que se le acercaron (y parece ser que muy en contra de la de los miembros de su escolta que, por cierto, solo hacen su trabajo), acudió religiosamente a las sesiones de firmas, alargándolas incluso a gente que no obtuvo el
ticket del sorteo también por su propia voluntad (se ve que estaba a gusto el hombre, y bien que me alegro) y dio una conferencia a dúo con
Brian Azzarello ante unas 850 personas que sonó más a muy merecido homenaje que a charla en sí misma, debido a la bajísima altura de miras de muchas de las preguntas de los participantes.
Por cierto, servidor no participó en ese turno de preguntas precisamente por ser consciente de que no haría sino contribuir al bochorno. Allí se iba a estar y a aplaudir hasta que sangrasen las manos.
Y como bien sabéis los seguidores de nuestro muro de
Facebook, me volví con la firma para casa, con un par de palabras cruzadas con uno de mis dioses particulares, con un puñado de amigos más (muchas gracias a todos los que me reconocisteis por mi camiseta y os acercasteis a saludar) y con una sonrisa de oreja a oreja.
A los que queráis saber más sobre esta edición de
Ficomic en general, os invito a pasearos por otras páginas que a buen seguro han podido cubrir el evento como es debido.
Era mi primera vez en el Saló, y de todos modos tampoco tendría elementos de juicio para valorarlo con respecto a ediciones anteriores. Sólo impresiones e información de terceros que, por muy fiables que sean, no deja de ser información de segunda mano y no me gusta mucho gastar de eso por aquí.
Sólo se que lo que vi me gustó, pero la sombra del genio de
Hell´s Kitchen era demasiado alargada como para que pudiese prestarle excesiva atención a nada más.
Así que cierro esta crónica agradeciendo públicamente a la gente de
ECC Ediciones su cercanía, su cordialidad y su labor en general sin la cual este que os escribe no estaría hoy escribiendo ni más ni menos que sobre el hecho de haber cumplido un sueño.
Y no. Ni me pagan ni tengo familia allí trabajando, ni nada similar. Que parece que uno tiene que disculparse cuando algo le parece que está bien hecho en un país en el que precisamente hacer las cosas bien es la excepción a toda regla.
¿Hasta el año que viene?