lunes, 21 de abril de 2014

Wayne 1x01 "Bruce"




PRÓLOGO

MARTHA WAYNE: Bruce...Bruce...Bienvenido Bruce. Bienvenido al mundo. Un lugar donde podrás conseguir todo lo que quieras, donde la alegría y la luz te seguirán y la felicidad te será otorgada. Pero recuerda hijo mío que siempre, siempre, estaremos contigo.

PHILIP KANE: Vamos Martha, acaba de nacer, no dejes que los primeros segundos del crío sean palabras tuyas en plan filósofo.

THOMAS WAYNE: Cállate Philip, Martha hace lo que tiene que hacer. Gotham es un lugar mucho más agradable ahora, sí, pero sigue teniendo su oscuridad. Y yo quiero que nuestro hijo sepa que por muchos obstáculos que esta ciudad le ponga, nosotros siempre estaremos a su lado. ¿Verdad Bruce?


PHILIP KANE: Por dios Thomas, sois la pareja más respetada de Gotham. ¿Qué podría pasar?



3 años más tarde

THOMAS: Míralo, con solo tres años y lo astuto que es. ¿Cuántos metros tiene esta mansión? Y él a base de gatear ya sabe todos sus escondrijos para huir de nosotros. Sabe resolver todos los juegos infantiles que le hemos traído, y nunca en estos tres años ha parado de sonreír. Hemos traído algo maravilloso al mundo, Martha Wayne, alguien que seguro hará historia en esta ciudad.

MARTHA: Tienes razón, amor mío. Es muy listo. Si no fuera por Alfred, muchas veces no sabríamos donde está. ¿Alfred? Trae a Bruce, vamos a almorzar enseguida.

ALFRED PENNYWORTH: Enseguida señora, y si me permite el matiz, el señorito además de espabilado ha heredado sus modales. Estoy seguro que cuando sea adulto representará a la perfección los valores que ustedes le enseñan.

THOMAS: Seguro que si, viejo amigo, y nosotros estaremos ahí para verlo.



La alcoba de Alfred

ALFRED: Señorito, vamos a almorzar enseguida. Me temo que tendrá que dejar su escondite.

. . . . . . .

ALFRED: Bueno, en ese caso, además de dejarlo tendrá que seguir practicando porque...¡le encontré! ¿no?

BRUCE WAYNE: ¡Ja!

ALFRED: ¡Ahhh!

BRUCE: ¡Alfred, pillado!

ALFRED: ¡Señorito Bruce, consiguió sorprenderme otra vez! Y empieza a ser una costumbre esta manía suya. Está mejorando.

BRUCE: ¿Papá y mamá?

ALFRED: Hoy comen con nosotros, señorito, así que démonos prisa.

BRUCE: Ellos me quieren mucho.

ALFRED: Por supuesto señorito, usted es el regalo de sus vidas. Y nada impedirá que ustedes tres vivan una vida plena y llena de felicidad. Les espera un gran futuro.



4 años más tarde

THOMAS Y MARTHA: ¡Feliz cumpleaños, Bruce! ¡muchas felicidades, hijo!

BRUCE: Gracias papá, gracias mamá.

THOMAS: ¿No es hora de levantarse ya de la cama, dormilón? Es tu día, ¡aprovéchalo!

MARTHA: Déjalo cariño, es solo un niño. Deja que siga un rato más en la cama.

THOMAS: De acuerdo, entonces el regalo tendrá que esperar.

BRUCE: ¡No! No, no, no, ¡No!

THOMAS: Jajajaja, mira cómo se ha levantado corriendo de la cama, Martha, ¡qué energía tiene!

ALFRED: Felicidades, señorito. Si, el olor que percibe usted es el regalo que viene de la cocina.

BRUCE: Gracias, Alfred.

THOMAS: Y ahora, el regalo perfecto para el hijo perfecto. Toma hijo, muchísimas felicidades de nuevo.

BRUCE: ¡Qué caja más bonita! ¿qué es? Uahhh... ¡cómo brilla!

THOMAS: Esta W representa la inicial de nuestro apellido, hijo. Todos los de la familia llevamos una. Está hecha de una plata muy especial, muy pura. Se supone que la tenemos que dar cuando un Wayne es adulto y ha madurado, pero tú eres especial, te la has merecido mucho antes.

BRUCE: Gra...gracias papá.

THOMAS: Sé que has empezado el colegio y que varios compañeros tienen mal comportamiento contigo por ser quien eres. Hablé con la profesora y me dijo que no lloraste. Muy bien hecho. Pero la preguntaste qué tiene de malo ser Bruce Wayne. Cuando pase eso, saca esta W que llevarás colgada. Su destello te recordará quién eres. Porque no hay nada malo en ser un Wayne, y menos en ser Bruce Wayne. Por eso esta W te acompañará siempre.

BRUCE: ¿Entonces esta letra me guía y me protege?

THOMAS: Eso es. Pero no olvides nunca que siempre que puedas has de defenderte tú solo. Te lo he dicho muchas veces. No necesitas la violencia para ganar una batalla. Y sé que eres un chico valiente, porque salvo varios golpes de muy niño, nunca te hemos visto llorar. Por eso sabemos que, llegado el momento, sabrás hacer lo correcto.

MARTHA: Bueno cariño, ese era el regalo perfecto familiar, ¡ahora quedan los demás regalos!

BRUCE: ¿Más aún? ¡bien!

THOMAS: Claro hijo, uno no cumple 7 años todos los días. 7, el número de la buena suerte, así que te esperan 7 regalos. Es tu año, Bruce, nada puede salir mal. Créeme cuando te digo que recordarás este año siempre. Es mágico.

BRUCE: ¿Pero qué?...¡no puede ser! ¡entradas para el preestreno de El Zorro este viernes!

THOMAS: Jajaja, sabía que te gustaría. Solo en el cine del Centro lo hacen. Serás el primero en ver a tu héroe, Bruce.

BRUCE: Sí, El Zorro, el héroe más grande de todos.

MARTHA: Bueno, conozco otro héroe muy apuesto y valiente que tendrá que lidiar quizá también ese día por allí.

THOMAS: Jeje, sabía que me dirías algo, Martha. ¿Crees que no estaré a la altura si los Cobbelpot o ese rufián de Dagget quieren hablar?

MARTHA: Sé que estarás por encima de todo eso querido. Y que esa noche volveremos a casa más felices que nunca.



Al día siguiente

THOMAS: Bruce hijo, deja de mirar las entradas o la espera será aún peor.

BRUCE: Pero papá, ¿no te das cuenta? Solo unos pocos podremos ver la película el viernes, somos unos privigeliados.

THOMAS: Privilegiados Bruce. Y si, lo somos, pero guarda las entradas, no querrás perderlas en algún descuido y quedarnos sin nuestra noche mágica del viernes ¿no?

BRUCE: ¡Vamos papá! No perdería estas entradas por nada del mundo.

THOMAS: Abre la ventana hijo, la lumbre de esta habitación hace que el ambiente esté sobrecargado.

BRUCE: Si, papá...¡no! ¡las entradas!

THOMAS: ¡Bruce no! ¡espera!

BRUCE: ¡Tengo que cogerlas papá! ¡se las lleva el viento! ¡las tengo...ahhh!

THOMAS: ¡Bruce!

MARTHA: Thomas, ¿qué ha pasado?

THOMAS: Es Bruce, se le cayeron las entradas por la ventana. Saltó desde aquí al patio porque las entradas volaban ¡y se ha caído por un agujero del suelo! ¡Alfred, una cuerda! ¡ahora mismo!



Dentro del agujero

BRUCE: Las...las entradas....bien. ¿Do...dónde estoy? Me duele la cabeza...¿papá? ¿mamá? ¿Alfred? ¿me oye alguien?

(Ruidos)

BRUCE: ¿Ho...Hola? ¿Hay alguien ahí?

(Ruidos tras la espalda)

BRUCE: ¿Qué es.. ? ¡Ahhhhhh! ¡Ayuda!

THOMAS: Bruce hijo, estoy aquí arriba ¡No corras!

BRUCE: Déjame, monstruo, ¡Déjame! ¡Ahhhhh!

MARTHA: Rápido Thomas, ¡Está gritando! ¡Está en peligro!

THOMAS: ¡Bruce, aguanta hijo! ¡Ya vamos!

BRUCE: ¿Qué…es este sitio? ¿Agua? ¡Es enorme!

(Ruido aterrador, multitud de murciélagos revolotean sobre el pequeño Bruce)

BRUCE: ¡Nooooo! ¡Papaaá! ¡Mamaaá!

THOMAS: ¡Rápido Alfred, el niño ha dejado de gritar!

ALFRED: Señor, vaya con cuidado, no conocemos bien estos terrenos.

THOMAS: Ahí parece haber una grieta y algo de luz. Es un salto considerable. Dios, ¿se habrá caído Bruce por ahí? ¿Bruce? ¿Hijo, estas bi...?

(La figura del pequeño Bruce Wayne yace acurrucada en silencio en una roca mojada, al lado de una cascada)

THOMAS: !Hijo! ¿Estás bien? Tranquilo, ya estoy aquí.

BRUCE: El...ellos....me...me...

THOMAS: Tranquilo cariño, no pasa nada, papá está aquí, te está protegiendo, nadie va a hacerte nada.

BRUCE: ¡Me atacaron papá!

(Llantos)

THOMAS: ¿Te atacó quién hijo? Mientras yo esté contigo, nunca te pasará nada.

ALFRED: Señor, si me permite la interrupción, creo recordar que estos son los antiguos pasajes sobre los que se construyó la mansión. Aquellos en los que su difunto padre ___ Wayne exploró sin éxito años atrás y que le servían para contarle a usted historias de terror en su niñez. Por lo que se ve hay murciélagos habitando en ellos.

THOMAS: Vaya, lo había olvidado...Recuerdo que mi padre mandó cerrar todas las entradas a dicha zona, por eso Bruce se ha caído por ahí. Mi padre ordeno su cierre con los métodos que tenía, y por las maderas que hemos visto nada más bajar aquí, supongo que las demás entradas disponen del mismo inseguro material. Mañana mismo ordenaré el cierre de todas ellas, cuando volvamos del cine con Bruce. ¿No lo has olvidado verdad, Bruce? La noche mágica de mañana ¿Conseguiste las entradas?

BRUCE: Si...están aquí.

THOMAS: Ese es mi campeón. Mira, ¿ves cómo ya no están los murciélagos? Hemos venido nosotros y se han asustado, ellos también tienen miedo.

BRUCE: No papá, ellos no tienen miedo, sus ojos.

THOMAS: Todo animal tiene miedo hijo, incluso los que dan miedo, de hecho, esos los que más.

BRUCE: ¿En serio?

THOMAS: Claro, fíjate porqué sólo viven aquí. Tienen miedo de la luz, entre otras cosas. Ahora, prométeme que vamos a olvidar esto. No, mejor aún, promete que vas a aprender de esto.

BRUCE: Si papá.

THOMAS: Bien, ahora vámonos a casa, ¿o quieres vivir aquí abajo entre sombras?

BRUCE: No papá, ¡nunca!

Esa misma noche

BRUCE: No, ¡No! ¡Dejadme!

MARTHA: Pobre Bruce, está teniendo otra pesadilla Thomas.

THOMAS: Debí haber mandado cerrar todo aquello hace mucho. Maldita sea, él tiene que aprender que en el mundo hay cosas que dan miedo, pero no así.

MARTHA: Tesoro, despierta, no pasa nada, estamos aquí contigo.

BRUCE: No puedo olvidarlos mamá, no puedo.

MARTHA: Tranquilo hijo, no pasa nada. El viernes por la noche en el cine nos reiremos de todo esto.

Viernes a la tarde

BRUCE: ¡Vamos papá! ¡salgamos ya!

THOMAS: Tranquilo hijo, vamos muy bien de tiempo. Tenemos que esperar a mamá, ella se está poniendo guapa. Recuerda, ahora cuando baje, se lo das.

BRUCE: ¡Si, si!

THOMAS: Vaya...estás preciosa, Martha. Ese es... ¿el vestido?

MARTHA: Así es.

BRUCE: ¡Toma, mamá!

MARTHA: ¿Bruce? ¿pero qué es esto? Hijo...¡Dios mío! !El collar de perlas de París! Lo habéis...Lo has comprado para mi?

BRUCE: Si mamá, para que estés aún más guapa esta noche.

MARTHA: Gracias cielo.

THOMAS: ¿Seguro que no quieres venir Alfred?

ALFRED: Me temo que debo declinar su oferta, señor. A decir verdad, no siento simpatía por esos llamados "héroes". No me imagino mi vida sirviendo a uno de ellos.

THOMAS: Como quieras, vendremos hacia la media noche, que esté todo listo para el vuelo de mañana.

ALFRED: Si, señor. Que disfrute de su película señorito.

BRUCE: Gracias Alfred.

Centro de Gotham. Cine Gotham Center.

En un año donde Gotham había pasado de ser una ciudad con tasa de criminalidad preocupante, la labor del doctor Thomas Wayne y su esposa Martha en la política habían hecho resurgir a la ciudad de las cenizas.
A pesar de ello, las noches en Gotham solían ser lúgubres. Poco tránsito, silencio, algún vehículo en las calles principales.

No era así esta noche. No en el centro de Gotham. El llamado antiguamente Callejón del Crimen lucía resplandeciente. No se había visto tal ambiente en todo el año. El preestreno de la película "La marca de El Zorro" había traído a toda la jet set de la ciudad. La familia Wayne llegó unos minutos antes del estreno, rodeados de fotógrafos y curiosos que no les apartaban la vista.

THOMAS: Muy bien, Davis. Venga a recogernos en 2 horas.

DAVIS: Si señor Wayne.

Los Wayne fueron atravesando la cuidada alfombra roja puesta horas antes entre fotógrafos y demás gente conocida de la ciudad. Llegando a la entrada principal del cine, un hombre con el ceño fruncido se dirigió al patriarca de los Wayne.

DAGGET: Vaya, vaya, el muy buen doctor, ¿Qué hace en un evento como este, Wayne? Aquí no hay pobres enfermos a los que sanar.

THOMAS: He venido para estar una tarde en familia, Dagget, dudo que sepas lo que es eso.

MARTHA: Thomas, por favor.

DAGGET: No se preocupe señora Wayne, la envidia de su marido no tiene cura, no hay que alterarse por ello.

Los Wayne se adentraron en el abarrotado cine, con el pequeño Bruce llevando la vista atrás para ver la mirada despectiva que aquel hombre otorgó a sus padres.
El joven Wayne no entendía aquello, pero pronto olvidó esas sensaciones al llegar a su butaca. Un asiento preferente en las primeras filas de la sala. Entre todo el murmullo recurrente antes de apagarse la luz de la sala, los Wayne comentaron cierto hecho.

THOMAS: Mírales, Martha. Cómo se sientan arriba y las miradas que nos entregan. Intentan parecer más que los demás, pero lo peor es que se lo creen.

MARTHA: ¿Crees que es verdad lo que dicen de su hijo? ¿Lo del abandono?

THOMAS: Los Cobbelpot son gente llena de secretos familiares querida. Bien sabes que yo atendí el parto de ese niño, y las...peculiaridades que tenía su malformación. No creo que unos padres sean capaces de abandonar a su hijo, pero bien es cierto que desde aquel día no volví a ver al bebé para su revisión. Miedo me da el orgullo de esos ricachones ante el rechazo por ser diferente. Esperemos que los rumores sean inciertos.

Se apagan las luces de la sala.

BRUCE: ¡Mamá! ¡Papá! ¡Ya empieza!

Damas y caballeros, antes de comenzar con la esperada proyección, van a poder ver ustedes unos avances de los próximos estrenos, disfruten de la película.

(Opera Gotham...Drama sobre la guerra...Gran historia de amor...Documental sobre murciélagos)

(Mente de Bruce: murciélagos...murciélagos...Ojos del murciélago...alas negras...vuelo...murciélagos gigantes en la pantalla)

BRUCE: Papá...

THOMAS: ¿Bruce?

El pequeño Wayne aparta la mirada del proyector y se revuelve en su asiento.

BRUCE: Vámonos, por favor...

THOMAS: Está bien. Martha, nos tenemos que marchar.

MARTHA: ¿Por qué? No ha empezado la película. ¿Bruce, estás bien?

THOMAS: Te lo explico fuera.



Fuera del Cine Gotham Center

MARTHA: Bruce, tesoro ¡Estás tiritando! ¿Tienes frio?

THOMAS: Es de miedo, Martha. Pero es normal, esos horribles murciélagos también me han asustado a mí, no deberían haberlos puesto. Seguro que los demás también están viendo la película asustados.

(Mirada y guiño de complicidad a Martha)

MARTHA: Claro, cariño, yo no he dicho nada porque sabía que querías ver la película, pero también me han dado mucho miedo. Ponte el abrigo y la gorra, ¿No querrás coger frio mientras esperamos a Davis no?

BRUCE: Lo siento mucho, os he decepcionado.

THOMAS: ¡No vuelvas a decir eso Bruce! ¡Nunca! Jamás nos has decepcionado, y nunca lo harás. No puedes hacer nada por tener miedo. ¿Qué tal si nos vamos a casa, Alfred nos prepara unas palomitas, y tenemos casi-nuestra propia sesión de cine en casa? Al fin y al cabo, podemos venir cualquier otro día al cine.

BRUCE: ¡Sí!

THOMAS: Así me gusta, que sonrías. Nunca pierdas la sonrisa hijo. Mira, un cartel donde sale tu madre. ¿A que está muy guapa? ¿Verdad, futura "alcaldesa" Wayne?

MARTHA: Thomas por favor...

THOMAS: Vamos a acercarnos más, seguro que hay más por ahí.

MARTHA: Thomas, esa parte del callejón está muy oscuro.

THOMAS: Si, pero por ahí llegamos a una vía principal. SILECIO tiene hay su despacho. Podremos utilizar su teléfono para llamar a Alfred y que Davis venga a buscarnos antes. Además, algo ha tenido que pasar. Mira cuánta policía está pasando continuamente por aquí. Se oyen más sus sirenas que a los coches.



Callejón del crimen

Bruce coge un palo del suelo.

BRUCE: ¡Papá! ¡Mira! ¡Soy el Zorro! ¿Papá?

Los Wayne se detienen, miradas gélidas.

ATRACADOR: ¡El dinero, las joyas, vamos, deprisa!

THOMAS: Tranquilo, buen hombre, cálmese. Le daremos todo lo que pida, pero baje esa pistola, por favor.

BRUCE: ¿Papá?

ATRACADOR: El reloj, el abrigo también, ¡Vamos!

MARTHA: Tho...Thomas...

THOMAS: No temas, Martha. Deja de temblar, este hombre se llevará lo que pide porque nos necesita y nadie resultará dañado. ¿Verdad?

BRUCE: ¿Papá?

ATRACADOR: El collar, ¡Deme el collar!

MARTHA: Oh Dios....

La sirena de la policía suena a lo lejos.

ATRACADOR: ¡Vamos, estúpida, está tardando demasiado!

THOMAS: Oiga, ¡Le está dando lo que le pide! ¡No la toque!

Una Martha Wayne temblorosa intenta quitarse el collar.

ATRACADOR: ¡Deme el maldito collar!

El ladrón agarra con fuerza a la señora Wayne y tira violentamente del collar rompiéndose en el acto y cayendo sus perlas al suelo.

THOMAS: ¡No! ¡Martha!

ATRACADOR: ¡Apártese, ricachón!

El ladrón dispara contra Thomas Wayne.

BRUCE: ¿Papá?

MARTHA: ¡Thomasss! ¡¡¡Thomas!!!!

ATRACADOR: ¡Deje de gritar!

El ladrón dispara contra Martha Wayne.

BRUCE: ¿Mamá?

La policía escucha los disparos. Sirenas se oyen más de cerca.

ATRACADOR: Y ahora, ¿qué hago contigo chico?

BRUCE: Sniff, sniff

Bruce Wayne intenta no llorar, no lo consigue.

ATRACADOR: Por favor...Sé un hombre, chico. No eres más que un niño mimado. En vez de decirme algo, lloras como un bebé. Malditos ricachones. Pero, casi mejor que estés quieto. Porque no puedes hacer nada chico. ¡NO PUEDES HACER NADA!

El llanto de Bruce Wayne se corta.

ATRACADOR: Y ahora, ya sabes lo que dicen chico. No hay 2 sin 3...

POLICÍA: ¡Policía! ¡Alto!

ATRACADOR: ¡Mierda!, ¡has tenido suerte niño mimado, volveremos a vernos!

Y se hizo el silencio....



Comisaría de policía de Gotham.

ALFRED: Soy Alfred Pennyworth, mayordomo de los Wayne. ¿Qué ha pasado? ¿qué es ese terrible accidente?

La policía le cuenta a Alfred los hechos. El fiel mayordomo llora y maldice por los pasillos de la comisaría.

ALFRED: ¿Y el señorito Bruce? ¿dónde está?

POLICÍA: El joven ha sobrevivido, señor Pennyworth, pero...

A Alfred eso no lo consuela. De hecho lo altera más.

POLICÍA: Señor Pennyworth, el niño está bien. Pero no ha dicho nada desde que los agentes lo encontraron junto a los cuerpos de sus padres. Tal vez con usted si quiera hablar.

Alfred sabía que el policía se equivocaba, aun así, se acercó a Bruce, y agarrándole de la mano, muy serio le dijo:

ALFRED: Vamos, señorito, vámonos a casa.



Días más tarde

Todo había cambiado. En la mansión Wayne todo era silencio. El joven Bruce dejó de ir al colegio. No dirigió una palabra a Alfred ni a nadie del servicio desde que regresaron de la comisaría, tampoco en el viaje de vuelta a casa. Solo Alfred oía la voz del joven cada noche desde que regresaron, repitiendo la misma frase.

BRUCE: Perdonadme, os he fallado, yo...yo tuve miedo.

Alfred esta noche sí que intervino.

ALFRED: Señorito, le he oído su perdón todas las noches desde que regresó. No puedo permitirle que se equivoque más. Usted no ha fallado a nadie. La culpa la tiene ese individuo, ese malnacido. Usted no pudo hacer nada. No pudo hacer nada contra él.

BRUCE: ¡Nooooo!

ALFRED: ¿Señorito?

BRUCE: Eso es lo mismo que me dijo el policía en la comisaría, Alfred.

(Flashback)

POLICÍA: Chico, deja de llorar. No puedes hacer nada. Ni siquiera a veces podemos nosotros. No puedes hacer nada contra el crimen.

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

ALFRED: Y tienen razón señorito, solo ha sido mala suerte.

BRUCE: No Alfred, si no me hubiera asustado...Yo...snif...les echo de menos, Alfred.

ALFRED Y yo, y todos. Váyase a dormir, por favor. La única manera de que sigan con usted es en sueños, no permita que los llantos le quiten los momentos en la noche con ellos.

Alfred dejó en su cama al joven Bruce, bien arropado. El joven, agarrando su W que no soltó desde que los agentes le llevaron a comisaría, volvió a hablar.

BRUCE: Perdonadme, os he fallado, yo...yo tuve miedo. Pero se equivocan... ¡si puedo hacer algo!



17 años más tarde

El joven Bruce Wayne tenía ya 24 años. Era dueño legal del legado de empresas Wayne, aunque no tomaba parte activa en sus actividades, y era un prestigioso estudiante universitario. Para algunos parecía que Bruce Wayne había dejado atrás el trauma de sus padres. Pera Alfred sabía que ese hecho iba a peor.

¿Razones? Bruce Wayne era un prestigioso estudiante universitario si...de criminología. Estaba obsesionado con los contenidos de la materia. Hacia trabajos extra en casa, apenas tenía vida social con los compañeros de estudios, siempre trabajaba solo. Y, a pesar de que el joven Bruce creyese que le engañaba, el ya anciano mayordomo no pudo dejar pasar por alto el pequeño gimnasio que Bruce Wayne había mandado construir. Según Bruce, nunca había pisado la sala, pero Alfred sabía que cada noche, diariamente, el joven Wayne pasaba horas allí. Además de las secretas clases de artes marciales a las que asistía a escondidas de todos.



Universidad de Gotham. Clase de química

Bruce Wayne era el único alumno que compaginaba química como créditos extra con su carrera elegida. Y lo llevaba muy bien. Bruce veía muchas aplicaciones y material interesante en la química. Para los alumnos principales de la carrera, Wayne era un bicho raro que dejaba mal a los futuros químicos de la ciudad.

PROFESOR: Y el formaldehido combinado con...

(Pelotas de papel golpean la espalda de Bruce)

LANCE ARMSTRONG: Jajaja, mira que cobarde, ni se da la vuelta el pardillo.

(Sonido del timbre)

PROFESOR: Final de la clase, caballeros. Y espero que mañana el señor Armstrong me explique qué diferencias tiene con el señor Wayne, más allá de las evidentes notas.

(Risas en la clase)

ARMSTRONG: Vaya, Wayne, el buen profesor tiene que salir a defenderte. ¿Qué problema tienes con nosotros, Wayne? ¿Te crees mejor, superior a nosotros?

NATALIA: Lance, por favor, para ya.

LANCE: No, Natalia, este payaso nos está todo el día humillando. No es ni de nuestro grupo. Se toma la química como algo opcional y nos deja en mal lugar a los demás. ¡Vamos, Wayne! ¿Qué tienes que decir? ¿Tienes miedo?

BRUCE: Que tengo prisa y he de marcharme a otra clase.

LANCE: ¡No me des la espalda, niño mimado!

(Armstrong empujó contra la pared a Wayne)

PROFESOR: ¿Qué está pasando aquí caballeros?

LANCENada profesor, Wayne me ha incriminado la broma de antes en la clase y se ha puesto violento. Me he visto obligado a frenarle. Creo que no soporta bien las bromas. No tenemos la culpa de que lo hayas pasado mal en tu niñez, ricachón. Mírele como lleva ahí orgulloso su W brillante. ¡No puedes hacer nada chico!

(No puedes hacer nada...No puedes hacer nada...)

BRUCE: ¡Noooo!

Bruce Wayne agarró violentamente a Armstrong y lo tiró al suelo, golpeándolo sin control.

NATALIA: ¡Bruce, no! ¡para!

PROFESOR: ¡Señor Wayne, cálmese!

LANCE: ¡Está loco!

Entre todos agarraron a Bruce y lo consiguieron apartar.

BRUCE: ¡Ahhhhhhh!

Entre gritos, Bruce Wayne salió corriendo de la universidad.



Mansión Wayne

ALFRED: Si, señor decano, lo comprendo y es justo el castigo. Hablaré con él y... ¿Señor Bruce?

Un descontrolado Bruce Wayne corría descontrolado por el jardín.

ALFRED: Señor Bruce, ¿qué ocurre?

Bruce Wayne llegó a la cerrada abertura donde cayó años atrás, la rompió brutalmente a patadas y se introdujo en ella de un salto.

ALFRED: ¡Señor Bruce, no!

No escuchaba. Bruce Wayne se limitó a correr a través de los pasajes, con la mirada llena de ira entre lágrimas, hasta llegar a la explanada con la cascada.

BRUCE: ¡Aquí estoy, malditos! ¡Aquí estoy! ¡No tengo miedo! ¡Ahhhhhhh!

Los murciélagos envolvieron a Wayne mientras éste alzaba los brazos y respiraba profundamente en silencio.

Horas más tarde

ALFRED: Señor, me temo que han llamado de la universidad. Ha sido usted expulsa...

BRUCE: No es suficiente Alfred. No es suficiente.

ALFRED: ¿No es suficiente el qué, señor?

BRUCE: Conozco casi todo sobre la materia de criminología. Conozco bastante sobre química. Y ya sé que sabes que entreno en el arte de la lucha. Pero no es suficiente, falta algo. Lo he visto hoy con el encontronazo con ese energúmeno. Falta algo. Y no lo voy a encontrar aquí.

ALFRED: ¿Qué intenta decir señor?

BRUCE: Me marcho Alfred, a aprender, a aprender y comprender más a este mundo y las cosas que no me gustan de él y que se llevaron a mis padres.

ALFRED: ¿Y a dónde partirá señor?

BRUCE: A Oriente.

* * *




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