Una vez dentro del almacén, decide contarle a su madre quién es y quiere ayudarle, pero Sheyla le traiciona y entrega a su hijo al Joker, quién le da una paliza de muerte. Después ata a Sheila a un poste de madera e instala una bomba para que todo explote.
Batman por otro lado detiene el camión pero los traficantes dañan el helicóptero donde iba, de modo que el regreso al almacén será más largo de lo esperado.
Poco antes de la explosión, Todd, medio moribundo, despierta y consigue desatar a su madre. La ha perdonado después de todo y ahora Sheila lo ayuda a salir. Pero la puerta está cerrada. No pueden salir. El almacén explota.
Batman lo ve desde fuera y empieza a buscar entre los escombros, primero la ve a ella y luego a Jason. Está destrozado por la explosión.
En la segunda parte del cómic, los autores hacen un flashback para volvernos a contar quién era Jason Todd y su relación con su mentor. Poco después encuentra el almacén donde el Joker hizo el último trato. Hay un mensaje pintado en la pared que reza donde se encontrarán la próxima vez.
Esa cita será en Nueva York, en la sede de las Naciones Unidas. Superman aparece primero y tiene órdenes de comunicarle algo que a Batman no le gustará nada: El Joker tiene inmunidad diplomática y no puede ser juzgado por crímenes pasados. Ahora es el nuevo embajador de Irán en la ONU. Como dato curioso, en éste cómic aparece la figura del Ayatollah Jomeini, máximo líder político y espiritual del gobierno iraní. Es él quién le ofrece al Joker el puesto de embajador.
El punto fuerte de este número es la paliza que le propina el Joker a Robin. Tiene una crueldad extrema. Aparo construye viñetas verticales y estrechas para dar mayor sensación de movimiento. Incluso parece que los golpes sean sin dilación. Su rostro es de locura desatada, mezclado con una alegría patológica. La omisión de Robin en la escena es de agradecer y le quita morbo (aunque posiblemente la editorial no hubiese permitido según qué). Otro gran momento es la página completa donde Batman sostiene en brazos a su discípulo ya muerto, con la ropa hecha harapos. Ambas escenas ya forman parte de la historia del personaje.
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